Francisco de Goya Retrat de Carles IV d'Espanya (1789), Real Academia de la Historia
Y así iba, haciendo “huronadas”, de corro en corro, de mentidero en mentidero, hasta las peñas donde se reunían los españoles de París, masones y filósofos, filántropos y comecuras, que conspiraban activamente por llevar la Revolución a la Península. Ahí se hacía un perpetuo recuento de Borbones cornudos, de reinas licenciosas e infantes cretinos, ciñéndose el atraso de España a un sombrío cuadro de monjas llagadas, milagrerías y harapos, persecuciones y atropellos, que sumían cuanto existiera entre los Pirineos y Ceuta en las tinieblas de una godarria rediviva.
[...] Y eran proyectos de invasión, levantamientos de provincias,
planos de desembarcos por Cádiz o por la Costa Brava, [...] en una palabrería que rompía crismones y tumbaba
coronas, al estrépito de palabrejas castizas que ponían de cabrones y putas a
todos los miembros de la Dinastía Ibérica.
Alejo Carpentier El siglo de las
luces (1962), Madrid: Siglo XXI, 1990, pàg. 125-126.