En un arrebato de destrucción nunca visto hasta entonces -y que dejó estupefactos a los muchos no cristianos que lo contemplaron-, durante los siglos IV y V la Iglesia cristiana demolió, destrozó y fundió una cantidad de obras de arte simplemente asombrosa. Se derribaron las estatuas clásicas de sus pedestales y se desfiguraron, profanaron y desmembraron. Los templos se arrasaron por completo y se quemaron hasta que de ellos no quedó nada. Incluso el que era considerado el más glorioso de todo el imperio fue destruido.
Catherine Nixey La edad de la penumbra. Cómo el cristianismo destruyó el mundo clásico [The Darkening Age, 2017]. Trad. Ramón González Férriz. Barcelona: Taurus, 2018, p. 21.