Fotografies de Joan Colom, que va retratar el Raval dels anys 50-60
Enfilaron primero la calle de Clignancourt, rectilínea, doblaron a la derecha por la calle Championnet para salir a la calle des Poissonniers y acceder a los bulevares periféricos, cuyas aceras se poblaban esporádicamente de jovencísimas mujeres nigerianas, lituanas, ghanesas, moldavas, senegalesas, eslovacas, albanesas o costamarfileñas. Vestidas con exiguas faldas bajo los paraguas, eran vigiladas casi sin cesar por cuatro categorías de hombres: en primer lugar los proxenetas búlgaros o turcos acomodados aquí y allá pero a escasa distancia, bien calentitos en coches de gran cilindrada tras haberles hecho a las chicas las recomendaciones de rigor (No menos de treinta fletes al día, si bajas de veinticinco te rompo una pierna); en segundo lugar los clientes para quienes declamaban día y noche, en toda gama de tonos, el mismo perfecto alejandrino, clásicamente construido con cesura en el hemistiquio (Quince euros mamarla y treinta el polvete); en tercer lugar las fuerzas del orden, que se presentaban sobre todo de noche sin mostras excesivo rigor (Hola. Policia. ¿Documentación? ¿No, ningún documento? ¿Ni fotocopia?); por no hablar, en cuarto lugar, de los equipos de televisión, pendientes de que, en el momento de la transmisión del milésimo reportaje sobre el particular a segunda hora de la noche, conforme a la ley sobre protección de la imagen de las personas, los rostros de dichas trabajadoras aparecieran debidamente desenfocados en la pantalla.
Jean Echenoz Al piano [Au Piano, 2002]. Trad. Javier Albiñana. Barcelona: Anagrama, 2004, pàg. 50-51