Comí com un animal, gruñendo por la comida [...]
Bebía como una bestia, lamiendo el agua
humedeciéndome los largos mostachos,
midiendo la vida no por meses ni años
sino horas.
Y cada anochecer,
sorprendido de estar vivo aún,
repetí versos
como si escuchara tu voz.
Y los susurraba como oraciones.
Y los veneraba como el agua de la vida,
como un icono salvado en una batalla,
como una estrella guiadora...
Vàrlam Xalàmov (1907-1982), supervivent dels gulags