31 de gener del 2014

Adjectius

Caspar D. Friedrich Monjo al costat del mar (1809). 
Berlín, Alte Nationalgalerie

El romanticismo, cuyos poetas amaban la desesperación –sincera o fingida– tuvo un riquísimo arsenal de adjetivos sugerentes, de cuanto fuera lúgubre, melancólico, sollozante, tormentoso, ululante, desolado, sombrío, medieval, crepuscular y funerario. Los simbolistas reunieron adjetivos evanescentes, grisáceos, aneblados, difusos, remotos, opalescentes, en tanto que los modernistas latinoamericanos los tuvieron helénicos, marmóreos, versallescos, ebúrneos, pánidas, faunescos, samaritanos, pausados en sus giros, sollozantes en sus violonchelos, áureos en sus albas: de color absintio cuando de nepentes se trataba, mientras leve y aleve se mostraba el ala del leve abanico.

Alejo Carpentier "El adjetivo y sus arrugas" (extret de www.ciudadseva.com).